6 nov 2010

La prehistoria de Chicote

Oteando las páginas de la Revista de España, un ejemplar muy moderno, del año 1882, me enfrasqué en un ensayo de D. José Alcázar Hernández titulado “Martina”. Allí topé con don 'Rufino Chicote', zapatero de viejo, que a la vez desempeñaba el cargo de portero en la modesta casa que habitaba la tal Martina en el viejo Madrid. Un personaje de ficción, claro está, pero presente en la imaginación de los lectores madrileños.

Y si nos vamos más lejos en el tiempo, teníamos en 1799 un vecino de la calle Fuencarral número 1, esquina a la de San Onofre, que se llamaba D. Josef Martín Chicote.

También Chicote llevaba por apellido el tal Enrique, afamado actor cómico y director de El Gran Teatro, que estaba en la calle del marqués de la Ensenada, y regente del Cómico.

Lustroso se lo ve al empresario en la caricatura que de él hiciera Santana Bonilla allá por el año 1907.
Junto con Loreto Prado formaba un excelente reparto de comediantes. Mediocre para algunos críticos, fantástico para otros, su compañía triunfaba en casi todos los escenarios.

Resulta que portador de este apellido era también el Dr. D. César Chicote y Riego, bacteriólogo, eminentísimo miembro de la Real Academia de Medicina y Director del Laboratorio Municipal de Madrid.

Muy sonado tuvo que ser su discurso de presentación con motivo de su ingreso en la tan prestigiosa Academia, hecho que aconteció el 30 de abril de 1911 (casi tan centenario como la Gran Vía), y en el que exponía su interés por la ciencia médico-farmacéutica contemporánea y muy especialmente la vacuna anticolérica.
Muy vinculado estaba a la Alcaldía de Madrid y a sus señores alcaldes, y así lo cantaba la revista Madrid Cómico de 1923:

“Chicote, que a ser empieza
edil, no chupa del bote,
ni hay quien le gane a pureza;
porque decid con franqueza:
¿Qué hay más puro que Chicote?


Y hubo y habrá muchos más Chicotes, no lo dudo. Eminencias, zapateros, comediantes y seguro que hasta un bombero; pero cuando en Madrid decimos Chicote, vienen a nuestra memoria los imborrables “Recuerdos del Bar Chicote”

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